¡Bienvenidos a StarCode! Soy Antonio Sterling, Ingeniero Electrónico de formación y apasionado del desarrollo Frontend. Muchos se preguntarán, ¿cómo un ingeniero electrónico termina inmerso en el mundo del diseño web y la programación? Hoy compartiré todas las razones que me llevaron a esta elección, les adelanto que fue un viaje totalmente inesperado.
Desde el inicio de mi carrera me tope con la programación, un tema apasionante que despertó mi curiosidad desde el instante en que se cruzó en mi camino. Era algo completamente nuevo para mí, ya que provenía de un pequeño pueblo bastante apartado en Colombia. En aquel lugar, solo las familias más acomodadas tenían acceso a internet, y, por supuesto, la programación no era un tema que se mencionara en mi colegio.
Cuando tenía 16 años, tomé la decisión de abandonar mi pueblo para dirigirme a una ciudad. Mi objetivo era estudiar, experimentar y adquirir nuevos conocimientos. Esa ciudad fue Manizales, un lugar donde no conocía a nadie, pero eso no me detuvo.
Pensé que la ingeniería electrónica sería la elección perfecta, lo que encontré en internet me resultó muy atractivo. Decía que podría construir y controlar cosas como robots, involucraba mucha matemática y estaba estrechamente relacionada con la tecnología. Además, se destacaba la importancia del inglés, y todo eso me parecía sumamente interesante. Había imaginado muchas cosas en mi cabeza y estaba muy emocionado. Sin embargo, a lo largo de la carrera, me di cuenta de que no era exactamente como lo imaginaba.
Los primeros semestres fueron muy teóricos y complejos, no era nada divertido, y aún no habiamos construido nada interesante. A pesar de ello, decidí continuar, ya que se esperaba que las materias prácticas llegaran más adelante. Finalmente, empecé a construir muchas cosas, desde carritos seguidores de línea hasta amplificadores de sonido, bandas transportadoras, semáforos e incluso sistemas de control de acceso mediante tarjetas. Aprendí a comprender el funcionamiento de los circuitos, sensores, podía controlar y manipular algunos sistemas complejos. Sin embargo, gran parte de la carrera seguía siendo muy teórica, pero yo era alguien más práctico, visual, a quien le gustaba crear.
Donde realmente sentía que podía dar rienda suelta a mi creatividad y desarrollar cosas era en la programación. Mis compañeros siempre me dejaban encargarme de la parte practica, el montaje y la programación ya que se me daba muy bien (Ellos hacian los calculos y el diseño). Conocía y entendía los conceptos básicos de la programación, como los ciclos, los condicionales y las funciones. No obstante, programar para electrónica difería significativamente de lo que mis amigos que estudiaban ingeniería de sistemas hacían. Ellos desde el principio comenzaron a crear juegos, aplicaciones para escritorio o dispositivos móviles, y lo único que necesitaban era una computadora, internet y escribir código. En cambio, en electrónica siempre teníamos que comprar elementos que muchas veces se dañaban fácilmente o no funcionaban correctamente. Encontrar el fallo se convertía en todo un desafío, revisar cables, la protoboard, cambiar elementos y asegurarnos de que el diseño y los cálculos estuvieran correctos.
Debido a todas esas razones, comencé a estudiar más sobre programación y explorar sus posibilidades. Uno de mis primeros proyectos fue la creación de un juego en Processing. En este juego, diseñé una situación graciosa en la que una nave debía recoger a la familia Simpson mientras caían del cielo. Era divertido, ya que la nave debía atraparlos antes de que tocaran el suelo o perdería. Durante este proceso, logré incorporar el movimiento de los personajes en pantalla, aparecían de manera aleatoria, incorporé efectos sonoros, fondos y, en un abrir y cerrar de ojos, aplicaba todo lo aprendido en cuestión de días o incluso horas. Esta etapa fue un descubrimiento constante, donde también profundicé en los fundamentos de la programación orientada a objetos y la procedural.
Cada línea de código se convirtió en una herramienta para plasmar ideas y dar forma a mundos virtuales llenos de diversión. No obstante, llegó un momento en mi carrera en el que las exigencias a tiempo completo absorbieron mi atención, y lamentablemente, tuve que dejar atrás esos momentos creativos y la magia de la programación.
A pesar de haber aprendido mucho en mi carrera como ingeniero electrónico, me enfrenté a desafíos al buscar empleo debido a las exigencias de conocimientos y años de experiencia. Fue entonces cuando decidí volver a estudiar temas relacionados con la programación. En esta ocasión, contaba con mucho tiempo libre y decidí suscribirme a Platzi, donde descubrí la ruta de desarrollo web. Durante aproximadamente 4-5 meses, me sumergí de manera intensiva en el aprendizaje, explorando conceptos sobre páginas web, diseño responsivo y la aplicación de estilos, así como la adición de dinamismo a las páginas mediante JavaScript. Fue fascinante ver cómo todo lo que aprendía podía aplicarse de manera inmediata, y cada nuevo conocimiento se traducía en resultados tangibles. Al finalizar los 5 meses, tuve mi graduación como ingeniero electrónico, en ese momento, sentía más preocupación que nunca, ya que necesitaba encontrar empleo lo más rápido posible. A pesar de mis esfuerzos, no conseguía nada que encajara con mis expectativas.
Fue entonces cuando me dije: ¿por qué no buscar oportunidades en lo que he aprendido en estos últimos meses? Así fue como conseguí mi primer trabajo. Sin embargo, la historia de ese logro merece ser contada en detalle en otro momento.